Dios de bondad, protégenos. La Hacienda de Guatimapé

Hacia 1796, José María del Campo y Erauzo, mejor conocido como el segundo Conde del Valle de Súchil, adquiriría la propiedad que contenía la Hacienda de Guatimapé y emprendería una serie de transformación es en su arquitectura que, aunque en ruinas, perduran hasta nuestros días.

En 1857, la hacienda sería adquirida por el acaudalado duranguense Juan Nepomuceno Flores, quien mandaría inscribir en el dintel de la puerta del templo la frase “Dios de bondad, protégenos” al igual que en sus otras propiedades.

«…siete caballerías de pan llevar, cuatro caballerías de tierra de riego, treinta y un sitios, siete caballerías de ganado mayor en el llano. Siete sitios en la Sierra Madre, dos sitios en la de San Francisco llamados el Toboso del Muerto. Varias fábricas malcríales. Huertas y potreros de labor con sus correspondientes apetos, bueyada y cría de ganado vacuno y lanar, muy pocas semillas y algunos oíros insignificantes muebles…”

Guatimapé es un pequeño poblado ejidal perteneciente al municipio de Nuevo Ideal y colindante con el municipio de Canatlán, se encuentra alrededor de 100 kilómetros de Victoria de Durango, sobre la carretera federal 23, que abre la puerta a la región noroeste de Durango, así mismo, da acceso al cuerpo perenne de la Laguna de Santiaguillo y Coneto de Comonfort.

Por su ubicación estratégica en las planicies duranguenses, la Hacienda de Guatimapé tuvo vocación en la producción agrícola y ganadera que vio su auge con la llegada del ferrocarril a principios de 1900, facilitando las actividades de comercialización de productos.

Sin embargo, los conflictos armados que trajo consigo la Revolución Mexicana a la región fueron el preámbulo de un final próximo para la Hacienda. Hacia la década de los 30’s, con la reforma agraria y el reparto de tierras, las tierras que conformaban la hacienda se verían seccionadas en los distintos ejidos que hoy existen en las cercanías.

En la actualidad, todavía se pueden apreciar las ruinas del antiguo templo de San Miguel Arcángel, su torre que puede ser divisada desde varios kilómetros se mantiene en pie a pesar del nulo mantenimiento que desde los dos miles ha recibido el lugar. Además, en la actual parroquia del lugar se conservan algunas piezas religiosas que datan del siglo XVIII.

Fuente: «Dios de bondad protégenos»: el Durango de los Flores. Guadalupe Villa Guerrero.

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